Antonio Gades: "En mi hambre mando Yo"
ANTONIO GADES:
“Al baile, como a todo, hay que quitarle lo superfluo”.
“Para escapar del hambre, no por otra cosa. Por mis venas no corría entonces sangre vocacional por la danza, sino más bien anemia por hambre. O sea que llegué al baile por hambre. El hambre, o te hunde o te despierta la inteligencia”
Un referente en la Danza y el Teatro del siglo XX, consciente, en todo momento, de que su trabajo estaba representando la herencia cultural de su pueblo, y que debía andar con pies de plomo para respetar su integridad, sin desnaturalizarla. Con trabajo y persistencia hizo del flamenco un arte dramático, teatralizando sus coreografías, huyendo del punto exhibicionista y gratuitamente virtuoso.
Bailarín, coreógrafo e intelectual de la danza, buscó con su obra restituir la esencia de cada paso, de los que han sido definidos por la tradición, por el folclore, por el pueblo.
“La gente piensa que para bailar hay que ser joven, guapo, alto, delgado… Para nada es así. Bailar es expresar un sentimiento y lo puede hacer cualquiera. No somos una compañía que danza, es un pueblo que danza”.
Antonio Esteve Ródena, Elda por 1936.
“Cuando yo nací mi padre había renunciado a estar presente en el nacimiento de su hijo para estar al lado del pueblo, con un fusil en la mano, algo que me llena de orgullo”.
“Mi padre, que es la persona que más he admirado y la que más me ha influido, me enseñó a respetar a los demás”.
“Una herencia maravillosa, que se resume en dos normas: el que no es agradecido no es bien nacido, y en mi hambre mando yo”.
“Acabada la guerra no era cuestión de quedarnos en nuestra provincia, y nos trasladamos a Madrid. Vivíamos en una portería en Pacífico. En aquella época las porterías se las daban a los mutilados del régimen. Vivíamos los tres, mi padre, mi madre y yo, en dos cuartos muy pequeños, la cama estaba metida debajo del hueco de la escalera. Y un día mi padre apareció con una embarazada y su marido que habían echado de la obra, y los instaló con nosotros”.
“Probé de todo, de ciclista, torero, lo que nos dejaban a los pobres, hacer de bufones, básicamente. Hasta de boxeador, pero la primera guantada que me dieron dije que la próxima se la diera a su madre y tiré los guantes”.
“Trabajé en muchos sitios debido a que de todos me echaban ya que había órdenes que no cumplía porque no me daba la gana”.
A bailar, para escapar del hambre, tras probar suerte en el toreo, allí se jugaba la vida y el baile le dio vida.
“De pequeño vi tan de cerca la humillación y el desprecio que, con el correr del tiempo, la dignidad es algo que me preocupa hasta la obsesión”.
“Para escapar del hambre, no por otra cosa. Por mis venas no corría entonces sangre vocacional por la danza, sino más bien anemia por hambre. O sea que llegué al baile por hambre. El hambre, o te hunde o te despierta la inteligencia”
“Tras tomar lecciones de Manolo Vargas, primer bailarín de la compañía de Pilar López, Pilar me llama a Madrid y enseguida me contrata, haciéndome el año siguiente primer bailarín de su compañía, donde interpreté buena parte de su extenso repertorio. Fue ella la que me puso el nombre artístico de Gades. Era una ocasión inesperada y mi vida cambió de horizonte. Allí mismo me fue dando clases y poniendo coreografías, y así fui aprendiendo. Por espacio de nueve años recorrí los principales teatros del mundo, primero como miembro del cuerpo de baile de Pilar y luego como primer bailarín”.
“Con Pilar aprendí el comportamiento de un profesional de la danza, dentro y fuera del escenario. Aprendí primero la ética profesional de la danza, antes que la estética. La primera lección que me dio fue de humildad. Un día, al final del espectáculo, entre los aplausos, hice un gesto como queriendo compartir el triunfo con el director de orquesta. Y cuando salí del escenario esperaba que Pilar me felicitara, y lo que me dijo fue: “no vuelva usted a echarle la culpa a nadie”.
“En la primera gira al extranjero fuimos a Caracas. Yo creía que eso no era el extranjero ni nada, porque hablaban en español. Fue en el Teatro del Este, considerado entonces como el más moderno de América. Y recuerdo también un viaje a Japón en un barco, desde Marsella a Yokohama, 34 días para ir, 15 de trabajo y 33 para volver”.
“Realmente aun no tenía decidido mi futuro. Fue en 1954 que yo me aficioné al toreo. Participé en una corrida en traje de luces, pero no maté ningún toro. Yo era el suplente. Pilar López me aconsejó que lo dejara. Todo se podría terminar por un golpe de cuerno y corría el riesgo de no poder ni bailar ni ser torero. La coreografía y la tauromaquia son dos artes comparables por su estética, el color, el ritmo, pero con la diferencia de que en el segundo caso, uno se juega la vida”.
“En 1957 bailé en la Arena de Verona con Pilar López mi primera “Carmen” de Bizet. Con Pilar realicé mi primera coreografía titulada “Ensueño”, sobre la obra de Joaquín Turina del mismo título (Danza Fantástica nº 2, op. 22). La última representación que hice con el Ballet de Pilar López fue en el Royal Albert Hall de Londres en 1961”.
"Tras nueve años junto a Pilar López, nunca dudé en reconocer que me había formado como bailarín y como persona, ya que me había enseñado que lo importante en el baile no era ser mejor que los demás, sino mejor que uno mismo".
"En aquella época yo estaba preocupado por aprender de otros maestros, tal que la escuela bolera de Alberto Lorca, el zapateado con El Estampío, la farruca con El Gato o la jota aragonesa con Pedro Azorín".
"En el año 1961 pensé que había concluido un ciclo en mi vida artística, un ciclo de aprendizaje, por ello decidí dejar el Ballet Español de Pilar López e independizarme, formar mi propio grupo y seguir aprendiendo en otros lugares. Me trasladé a Italia y a Francia donde tuve la oportunidad de continuar mi periodo de formación”.
“En mi primera compañía, en el año 1963, éramos cinco, y en la última que formé, treinta y seis. Se componía de dos bailarines, una bailarina, un guitarrista, un cantaor e hicimos nuestro debut en Barcelona donde tuve un gran éxito en un tablao flamenco que se llamaba Los Tarantos".
Treinta años más tarde, en 1994, estrenaba Fuenteovejuna en Génova con una compañía de treinta y seis personas, considerada hasta la fecha como obra cumbre de la danza española, fue también, por desgracia, su última obra.
Sentencias de Antonio Gades:
"Eso que se llama inspiración y duende si no es con trabajo no viene"
“Nosotros tratamos de siempre, no hacer un espectáculo de divertimento ni clasista, sino representar lo mejor que podamos la cultura del pueblo, dentro de unas formas del planteamiento contemporáneo, porque yo no soy historiador ni folclorista, sino una persona que ha estudiado folclore para hacer un espectáculo, sin estropear la imagen ni el sentido de esa cultura”.
“Existe el hombre porque existe la mujer, igual que existe el sonido porque existe el silencio. No creo ni en feminismos ni en machismos. Creo que hay que bailar hacia dentro. Al suelo no se le debe aporrear. ¿Qué mal nos ha hecho el pobre suelo? Yo he aprendido mucho de mis profesores, de mis amigos, de la gente que me ha rodeado. Pensé que había que hacer baile español para españoles, no esas imitaciones indignas para el turista que han llegado a deformar nuestro gusto. En el 73 había estrenado BODAS DE SANGRE, y a partir de ahí descubrí que quería seguir por ese camino de no dar gusto al cuerpo, sino de contar historias, y hacerlo con nuestras, las que proceden de nuestra cultura”.
“Gracias al pueblo llano y simple que me proporcionó el caudal inagotable de su sabiduría para enriquecer mi trabajo. Ese pueblo me enseñó que la tierra está para acariciarla; unos, acariciándola sacan trigo, mientras nosotros acariciándola extraemos su música. Pisoteándola y humillándola no produce ni música ni espigas”.
"Hay que ver y oír mucho, es fundamental para aprender y crecer".
“… yo, como Buñuel, soy ateo por la gracia de Dios.”
“Al baile, como a todo, hay que quitarle lo superfluo”.
“Una cosa es zapatear y la otra pisotear la tierra”.
Gades estuvo siempre orgulloso de no haber recibido nunca subvención alguna. La subvención siempre ha partido de nuestro propio esfuerzo, viviendo intensamente y con dignidad. Valoró el sentido de la libertad, y lo caro que cuesta ser libre, pero esa libertad fue la que permitió a su compañía bailar lo que querían, con quien querían, y donde querían.
“Los artistas no son los que deban preocuparse de aquello que hace un ministerio de cultura, sino que debe ser competencia del político diferenciar quien hace cultura y quién no. Son ellos los que deben estar atentos a las realidades artísticas para tomar medidas”.
“Yo quiero defender los derechos del hombre y los derechos del trabajador. Quiero una sociedad más justa”.
“En nuestro estudio nunca hubo fotos colgadas de nuestras noches triunfales, solo un ochenta por ciento de sudor y un veinte por ciento de lágrimas contenidas, así de dura es la creación”.
Cuba será fuente de inspiración social y cultural, su lugar de descanso eterno.
Invitado por Alicia Alonso, quien le convence para que vuelva a bailar, se instala en Cuba. Siempre declaro que donde más ha aprendido en organización, en cómo crear un ballet, en cómo llevar a los bailarines, ha sido en Cuba en 1978.
“Alicia Alonso ha contribuido a enseñarme el verdadero sentido de un trabajador de la cultura. Allí Alicia Alonso me enseñaría todo lo que después puse al servicio del Ballet Nacional”
Su vinculo con Cuba fue tan grande que sus restos descansan en la Isla, 2004.








